La rueda de la dirección y el liderazgo

Las personas con responsabilidades directivas en el tercer sector y en empresas de economía social, como las de cualquier otro ámbito de emprendimiento, tienen muchas responsabilidades y se encargan de muchas tareas que ejecutan directamente. ¿Qué es aquello indelegable, aquello que si ellos no hacen se quedará sin hacer?

Discriminar adecuadamente las tareas ejecutivas y centrarse en contribuir donde se aporte más valor a la organización es una de las habilidades primarias en las que una persona directiva ha de demostrar su competencia.

La “Rueda de la dirección y el liderazgo” es una sencilla herramienta que ayuda a conceptualizar con qué trabaja una persona directiva, cuáles son sus funciones y en qué consiste esencialmente el ejercicio del liderazgo en la organización.

¿Con qué trabaja una persona directiva?

Las organizaciones son relaciones. Personas, recursos, propósitos que se entrecruzan. La responsabilidad de una persona directiva es sobre toda la organización en su conjunto, más allá de su puesto en el organigrama.

En la organización no hay nada ajeno para una persona con responsabilidades directivas, y en su visión panorámica y sistémica sobre la totalidad de la organización observa y gestiona diversas realidades:

  • Las cosas: infraestructuras, equipamientos, recursos económicos…
  • Las ideas: misión, visión, estrategia, proyectos, impactos…
  • Las personas: directivas, profesionales, destinatarios, clientes, competencia…

¿Cuáles son sus funciones habituales?

Lo “problemático” en la vida de las organizaciones suelen ser las cosas que no se tienen, cosas que se rompen, cosas que se necesitan…, las ideas que no se plasman, contradicciones que se identifican, avances que están pendientes…, las personas en conflicto, desmotivadas, incompetentes…)

Lo “problemático” no es mala suerte, no es fatalidad, no es lo que le pasa a una persona con responsabilidades directivas. “Lo problemático” es su tarea, su elemento esencial de trabajo. De gestionar y facilitar que cada cual pueda contribuir al máximo al proyecto va el trabajo directivo. De remover, de abordar, de anticiparse, va el trabajo directivo.

Las funciones habituales de una persona directiva podemos clasificarlas en continuas y secuenciales. Las continuas ocupan diariamente el tiempo de la persona directiva, son las tareas que toca hacer todos los días. Las secuenciadas, propias de la persona directiva, son aquellas que han de ocupar su atención con un ritmo casi estacional: toca planificar, toca controlar…

Las funciones continuas más habituales son:

  • Analizar problemas, disfunciones, contradicciones. Identificar que está operando de forma latente en la organización y a dónde nos está llevando ese movimiento tectónico o es tsunami (los movimientos tienen distintas velocidades).
  • Tomar decisiones. Cada persona implicada en un proyecto de emprendimiento toma continuamente decisiones, pero hay algunas, que por su carácter sistémico, tienen más impacto en la efectividad de las organizaciones. Este tipo de decisiones son de las que se ocupa la persona con responsabilidades directivas.
  • Comunicar. Establecer canales de comunicación, favorecer su uso, cuidar para que sean efectivos… Comunicar hacia adentro de la organización, y también con el grupo de interés más allá de las fronteras de lo interno, si es que estas existen en nuestros días…
  • Innovar. Ocuparse de la mejor continua, de la calidad, de facilitar la continua adaptación de las personas, metodologías y recursos para dar soluciones nuevas a los problemas de siempre, o a los nuevos retos.

Las funciones secuenciales más habituales son:

  • Planificar. Programar, desplegar, implementar la estrategia de la organización en actividades e iniciativas concretas. Sólo se puede esperar atribuir al propio esfuerzo organizativo aquello que se operativiza e implementa.
  • Organizar. Los intereses entre las personas que se relacionan en las organizaciones son diferentes, y a veces contradictorios. La persona directiva organiza, distribuye, reparte el trabajo.
  • Integrar. El propósito de una organización (entidad del tercer sector, empresa de economía social) es uno. Integrar los distintos servicios, divisiones, empresas… es tarea de la persona directiva.
  • Dirigir. Indicar cual es el resultado a obtener, alentar en su consecución, dar feed-back para el avance.
  • Controlar. Medir los resultados, tanto de proceso como de impacto. Se construyen entidades efectivas si mejoran sus resultados, y si estos no se miden, el activismo es la fuerza conductora en la organización, no la contribución al logro de la misión.

¿En qué consiste ejecutivamente el ejercicio del liderazgo?
Hay una función, compartida con el resto de las personas implicadas en la organización, que es el liderazgo. Esta no es una ubicación en un organigrama, no es un puesto: es una actitud, una disposición.

El liderazgo es una actitud que debe estar presente en todas las personas de la organización, ya que cada cual, en su puesto, tiene margen de maniobra y capacidad de contribución para que la organización sea más efectiva, más ajustada a su formulación identitaria (misión, principios, valores, visión) y con mayor impacto en su actuación.

Pero esta actitud, recomendable en todos, es imprescindible en las personas con responsabilidad directiva. Es su función principal el animar, orientar, animar y formar a las personas para que den lo máximo a favor del propósito organizacional
La capacidad y el arte de ejercer el liderazgo desde las funciones habituales y secuenciales, sabiendo que se está operando siempre con los mismos elementos, es lo que diferencia la calidad de las personas directivas. Para ello, es preciso que esta tenga claridad conceptual sobre cuál es su contribución específica, sea organizada, inteligente y tenaz: esta es una carrear de fondo.

¿Es esto delegable?

David Pereiro
Socio Consultor de Algalia Servicios para el Tercer Sector

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