Luisa Barciela: “Ahora que me jubilo, la mitad de una parte de mi vida se queda en Algalia”
Conoce al dedillo los pasillos de Algalia y a las personas que los habitan. Después de 26 años dando lustro a sus oficinas, Luisa se jubila con una sonrisa y el agradecimiento por haber encontrado gente maravillosa que consiguió hacerla sentir una más.
La primera vez que pisé la oficina de Algalia fue en 1999. Llegué acompañada de mi jefa porque yo era muy tímida y me costaba relacionarme con gente, pero después de una semana comenzó un viaje que duraría 26 años hasta hoy, cuando celebramos su 30 aniversario.
Durante ese tiempo tuve la oportunidad de conocerlos a fondo, llegué a saber al dedillo cómo quería tener cada uno su espacio de trabajo, y en la medida de lo posible, hice porque así fuera para que se sintieran confortables. Era la única manera de agradecerles lo bien que me hicieron sentir, y por eso no me importó echar más horas de las que debía por los pasillos de Algalia.
Aún me acuerdo de Jorge poniendo folios por el suelo para no ‘pisar lo fregado’ o a Rafa, siempre discreto, tras su ordenador. Las confidencias con Marta o la vez que escuché a Celso decirle a Lupe que no tenía taza para beber agua. Al día siguiente fui a comprarle una y se la dejé en el escritorio. Creo que nunca supo que había sido yo.
Cuando trabajas en el sector de la limpieza no todo el mundo te respeta de la misma manera. Encontrar a gente tan honrada y maravillosa es un privilegio. Desde el primer momento, me sentí una trabajadora más en Algalia, me escuchaban y me tenían en cuenta, permitieron que viniera al mediodía para no esperar a última hora de la tarde a que se vaciara la oficina, o cuando mi suegra y mi marido estuvieron ingresados al mismo tiempo, Celso me dijo que me olvidara de la oficina y me centrara en lo importante. Y eso no tiene precio.
La humanidad es un valor que escasea en una sociedad tan individualizada donde parece que cada uno sólo mira para sí mismo. Si de vez en cuando levantáramos la cabeza encontraríamos personas que merece la pena conocer, escuchar, porque te lo dan todo sin pedir nada a cambio. Siempre intenté hacer mi trabajo con profesionalidad y discreción, pero, sobre todo, con lealtad hacia un equipo que se abrió y me integró en su día a día como una más. Si algo me da pena de la jubilación es por ellos, pero que no se despisten que en cualquier momento regreso a recordar los viejos tiempos compartidos.
Luisa Barciela Álvarez, responsable de la limpieza de las oficinas de Algalia