Hace unos días Algalia cumplió años. Como no podía ser de otro modo, nuestro aniversario se fija en el momento en que llevamos a la Delegación de la Agencia Tributaria de Vigo el 036 de alta de nuestra empresa.
Eso fue un 31 de enero de 1995 por lo que acabamos de cumplir los 30. Que pronto se dice y lo que costó cumplirlos.
En aquel momento, los que estábamos en el proyecto teníamos escasos veintipico años y participamos cada uno con loque podíamos: algunos con su tiempo porque, o bien acababan de terminar la Universidad, o les quedaba alguna asignatura y tenían mucho tiempo, y otros aportaron sus ideas y, durante un tiempo importante, financiación para que los primeros pudiéramos llevar unas pesetas para casa y pagar CDs de música o cualquier otra cosa inexcusable.
En estas líneas quiero recordar especialmente el compromiso de los socios colaboradores de Algalia con el proyecto (Tuco, Fran, Suso y Xosé Antón, que dejaría el proyecto más adelante). Ellos fueron los que tuvieron la idea inicial de crear una asesoría orientada a las asociaciones y fomentar su creación implicándonos en el proyecto con conversaciones nocturnas durante viajes en coche.
Una vez tomada la decisión de ir adelante con el proyecto lo hicimos a lo grande, trabajando en un bajo en la calle Rosario, en el que desplegamos mobiliario (tablas, caballetes, muebles de segunda mano), algún PC con Windows 3.1, un fax –con papel térmico, la última innovación- y una cuenta de correo electrónico con dominio tierra.es.
El bajo había sido una vivienda, por lo que teníamos una cocina-almacén, una habitación de niños-despacho de asesoramiento, un salón-departamento de laboral y un baño con bañera. Allí estuvimos trabajando hasta 1999 cuando ya nos mudamos a la sede actual.
Nosotros siempre fuimos muy de salir a trabajar a las sedes de los clientes por lo que, recuerdo, especialmente, el día que nos timbraron en la puerta y era un cliente que quería hacer la declaración de la renta. ¡Qué susto!
Los primeros clientes fueron amigos o conocidos nuestros que confiaron en unos pipiolos con una empresa que, hoy, sería una start-up pero luego parecía más un runrún empresarial. Especialmente recuerdo a Tito, mi padre, el cliente número 1 en varios sentidos. En 1995 el Colectivo Gallego del Menor fue la primera entidad sin fin de lucro que entendió que el asesoramiento debía ser específico. Fademga fue la segunda entidad y la que nos dio un ánimo que aún hoy nos soporta gracias a Antonio Fuentetaja.
Los 90 fueron años especiales. La ilusión ganó por goleada y hoy sigue viva, aunque al profesionalizarse el tema estamos más tiempo haciendo cosas que sintiéndolas. ¿Cambiamos esto?
Jorge Rodríguez, responsable Área Económica de Algalia.